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En busca de la Arcadia perdida. Psicodelia y rock en el siglo XXI

18 minutos de lectura

por Alberto R. León
categorías: música | opinión | ensayo

Retrato

Algunos antecedentes de la psicodelia

Hablar de psicodelia1 es referirse a uno de los movimientos más extremos contra el desarrollo positivista impulsado por el método científico y las normas de la cultura oficial del tercer cuarto del siglo XX, especialmente de la cultura estadounidense y británica2, grandes animadores del pensamiento racional-progresista que encontró su germen en aquella Francia del siglo XVII de Descartes.

Una campaña que fomenta el desprestigio social ha intentado minar el desarrollo de los movimientos contraculturales desde el romanticismo hasta los últimos intentos de resistencia en el arte conceptual y la música, entre los que encontramos a los movimientos psicodélico y hippie de los 60 y 70, quienes son hoy una parodia barata o cliché social.

Sin embargo, cabe resaltar que el movimiento psicodélico, que es el que me ocupa en este momento, ha tenido una suerte singular. La envergadura de la producción musical inició con exponentes como The Byrds, en su primer momento, y la fase brillante de The Beatles con «Revolver», grupos fundacionales que lograron crear una parcela sonora que podemos encontrar en las expresiones más minimalistas del ambient, el desarrollo ochentero del glam, el Idm y el postrock. Artistas de suma importancia (Syd Barret, Hendrix, John Lennon, Brian Eno, por mencionar algunos peces gordos) adoptaron el movimiento psicodélico por diversas razones entre las que destaco dos ejes: el espiritual y el tecnologíco, dos veredas que aparentemente no tendrían una gran relación, pero que sin lugar a dudas fueron determinantes para marcar definitivamente la música de la segunda mitad del siglo XX.

El primer eje, el espiritual, responde principalmente a la depresión social postbélica de la Segunda Guerra Mundial y al rechazo por la guerra de Vietnam; los movimientos artísticos anglosajones, en particular, se fundamentaron aparentemente en los excesos y el desinterés de una sociedad racional que había fracasado, sin embargo huelga repensar su postura ideológica ante el imperio neoliberal que se habría consolidado después de la Segunda Guerra Mundial. Entre los movimientos que brillan en la contracultura de los 50 y 60 tenemos a los beatniks3 y el movimiento hippie, quienes fundamentan su poética en las de vanguardias europeas de finales del siglo XIX hasta bien entrados los años 40 del XX; por otro lado tenemos a John Coltrane y su música mística que influyó en The Byrds en el uso del drone. Estos fueron los principales antecesores del movimiento psicodélico.

Como parte de las premisas fundamentales vanguardistas y de la psicodelia se encuentra la adopción de nuevas formas de creencias, una búsqueda espiritual que parecía quedó clausurada en Occidente desde la Revolución Francesa y la sentencia nitzcheana4 (dos hechos antagónicos que lograron, en cierta medida, coincidir en el fondo del pensamiento occidental, la sublimación del ego humano), donde el desarrollo científico fue la vara con que se medían las cosas. Desde la primera protovanguardia del siglo XIX, los decadentistas franceses, el germen del exceso y la creación fueron espada y escudo del pensamiento contracultural. Una horda de escritores y artistas visuales (la mayoría, sino todos, parias de los cánones estéticos) que se ampararon en el uso de drogas, la creación onírica y una inclinación a la ideología y prácticas orientales.

Si bien me he detenido en los decadentistas franceses es porque, a mi consideración, coinciden con el movimiento psicodélico y en cómo éste tuvo repercusión en el desarrollo artístico posterior, como más adelante veremos.

El segundo eje, el tecnológico, ha sido de vital importancia para la música, ya citaba anteriormente el ambient que ha llegado hasta sus máximas expresiones con las producciones de Eno o Suicide, también encontramos la música creada por Richard David James (Aphex Twin) y diversas producciones provenientes de la experimentación con sintetizadores, iluminación y escenografía, que ha llegado a producir reacciones sinestésicas (gracias Syd Barret) y una gama muy amplia de géneros y tendencias que han estado presentes hasta nuestros días. Ritmos que no son del todo lejanos y que disfrutamos dionisiácamente las muchas de las veces.

La implementación de la tecnología ha favorecido en la exploración de terrenos para expandir la mente, crear escenarios y sonidos para producir supresión de los sentidos, para “dejarse llevar”, la iluminación, la creación de atmósferas en las cuales podemos acceder “al viaje”. Y por qué no, la tecnología aplicada a la creación de drogas que puedan facilitar el acceso a estados de mente,5 aunque a veces sólo el contexto basta para psicoalterarte.

El pensamiento psicodélico y la música

Como parte de las influencias en el pensamiento psicodélico, encontramos una gran referencialidad a las doctrinas espirituales de Oriente. Luis Racionero ha profundizado en este tema, el autor enumera tres fundamentos del pensamiento oriental que podemos encontrar en la psicodelia: 1) Experiencia unitaria, proveniente del hinduísmo; 2) cambio o metamorfosis, influencia del taoísmo; 3) cesación del tiempo, aportación del Zen.

Para el primer fundamento, en resumen, se trata de la abolición del ego, la fusión con el mundo y el contexto; el segundo fundamento está basado en la inestabilidad o supresión ontológica, la mutación (pensamiento afín al presocrático Heráclito); por último, la cesación de tiempo, en palabras de Recionero es “el tiempo sin memoria”, un tiempo que no termina o no transcurre o simplemente no pasa. Si podemos migrar esta tesis a estados del arte anteriores a los movimientos psicodélicos encontraremos que estos principios han sido utilizados en mayor o menor medida por las vanguardias artísticas europeas (incluyendo el decadentismo francés).

En la música encontramos que el rock psicodélico y los posteriores géneros derivados de éste (el trance, ambient, etc.) han seguido claramente estos tres fundamentos, aun después de la aparente desaparición del movimiento. En el fondo, la esencia psicodélica ha logrado una proyección que sorteó el tiempo, así como la influencia oriental que Racionero expone, la psicodelia logró permearse a través de sus fundamentos: se hizo una misma con su contexto musical (los géneros, grupos, etc.), lo que responde a una experiencia unitaria; el cambio o metamorfosis, la movilidad, volatilidad y mutabilidad que ha mostrado en el desarrollo de otros géneros/sonidos/experiencias; la cesación del tiempo en las sensaciones que por influencia de la música psicodélica perduran, el drone que ha logrado prevalecer en grupos de los años posteriores y que merodea en el ritmo onírico y la ensoñación (no necesariamente utópica), llegando a esa Arcadia del “paisaje sonoro”, sinestésico y cromático. Un paisaje compuesto por el saber oriental que ha expuesto Racionero y que es confirmado por la misma praxis psicodélica, un paisaje tiene cabida en un sólo lugar: la experiencia.

Simon Rynolds, al igual que racionero ha llegado a coincidir en estos principios psicodélicos: “La psicodelia siempre se ha propuesto ayudar al oyente a deslizarse fuera de los límites del tiempo, el espacio, el yo y refugiarse en un sin-tiempo y sin-espacio-zen”.

En conclusión para este apartado, los dos ejes que he propuesto (eje espiritual y tecnológico) devienen en la experiencia producida por los tres fundamentos propuestos por Luis Racionero (anteriormente enumerados) y su culminación en experiencias auditiva-sinestésicas con resultados como la supresión del tiempo y el espacio.6

¿Por qué no otra vez una ola psicodélica?

Como un fantasma, o una esencia, rondaba aquel ente psicodélico. A través de casi cuarenta años, desde que Jefferson Airplane, The Byrds y demás dejaron a un lado el género para mutar o desaparecer, no se había realizado, quizá, un proyecto que replanteara explícitamente el rock psicodélico, o por lo menos uno que habría logrado llamar mi atención tanto como para hacer este extenso artículo.

¿Por qué me he propuesto crear esta verborrea que parece inconexa con las propuestas musicales contemporáneas? Encuentro dos casos particulares, a poco más de una década de haber comenzado el siglo XXI, y cuando tal vez se creía más que extinto el género psicodélico (oldschool por llamarlo de alguna manera) surgen un par de propuestas que lograron desencajar o poner en cuestión este juicio; me refiero a Tame Impala y a The Black Angels, dos grupos en los que hay que poner especial énfasis por el desarrollo que han tenido.

Anteriormente mencionaba que la psicodelia ha pasado o ha mutado y se encontraba en gran parte de la producción musical post 70’s. El surgimiento de otros géneros, la experimentación y el sincretismo que se dio, parecía dar por clausurada esta época. Pero habría que ser un tanto más agudos. La psicodelia, después de haberse fusionado en muchas cosas y al mismo tiempo en nada, fue in crescendo.

Grupos de postpunk como The fall, hicieron alarde de sus habilidades psicodélicas, pero aún en baja frecuencia, lo mismo pasa con The Flamming Lips, T-Rex (¡oh, Marc Bolan!), My Bloody Valentine, Velvet Underground y cierta fase de Sonic Youth. Cada vez pareciera hacerse más fuerte la presencia del rock psicodélico conforme se acercaba el siglo XXI.

En el ocaso del siglo XX y albores del nuevo milenio, surgen propuestas musicales que tendrían bien marcadas una tendencia psicodélica. Hablo de agrupaciones como Kyuss, Mowai, MGMT, Arctic Monkeys y The Mars Volta (entre otros).

Sin embargo, las agrupaciones como Tame Impala y The Black Angels pueden diferenciarse de las anteriores pues su música porta el estandarte que caracterizaba el rock psicodélico: la estridencia cromática, experiencia sinestésica, letras místicas (apegadas al rock cósmico que caracterizó parte de la psicodelia), la desaparición del todo, incluido el receptor de la música… tú. Con ello regresan no sólo a lo que pareciera la base de la psicodelia, sino que realizan un pastiche sonoro increíble con influencias del rock progresivo, el postrock, la música electrónica, etc.

Pero lo que verdaderamente podría diferenciar a The Black Angels y Tame Impala de los otros que tienen una tendencia psicodélica, por ejemplo MGMT, es el espíritu trash que circunda en sus trabajos.

La canción “Manipulation” de The Black Angels es una explosión cromática que evoca un caleidoscopio, la mente nada entre un mar de sensaciones. Sin embargo, y a diferencia de lo que se denomina una “hippiada”, esta canción hace recordar a grupos como The United States of América, ya que a pesar de la iridiscencia que puede aparentar, “Manipulation” es realmente una canción oscura, que evoca el hipnotismo y por qué no, la perdición: “And you can feel her madness/ you see right through her smile/ don’t you turn your back and/ you’ll soon figure out, so run on/ She’ll straighten you/ and she’s got you, got you”

El caso de Tame Impala es muy similar, en su disco Lonerism (2012) tenemos parte de la canción “Apocalypse Dreams”: “I, am too terrified to try our best/ Just to let the wind fade in, and you can’t it guess/ Life obsessed/ Let us dance you wake up mystified”. Estas letras evocan aquel “viaje” con aires distópicos que caracterizó al movimiento psicodélico de finales de los 60, es decir antes de su “desaparición”.

Pensar que el movimiento psicodélico puede renacer es tal vez un pensamiento ingenuo. Sí, se hace música de rock psicodélico; sí, se parecen las agrupaciones de aquella época dominada por el Pink Floyd de Barret, The Byrds y Jefferson Airplane; sí, podrían coincidir con los principios místicos que enuncia Racionero. Pero no es así, por lo menos no totalmente. Creo que en realidad, y con base en la tendencia estética que desprende cada una de estas dos propuestas, estamos ante el caso de dos propuestas trash7, ¿pero en qué sentido?

Sin meternos en mayores problemas, evoco en primera instancia (basado en la teoría TrashDeLuxe de Eloy Fernández Porta en Homosampler) la formula del trash desarrollada por Tomaso Labranca: intención – resultado = Trash (Fernández Porta, p. 254). Con Tame Impala y The Black Angels tenemos dos expresiones que son en apariencia “psicodélicas” y suenan como tal, sin embargo ni generacional ni conceptualmente lo son.

Pero se trata de ir un poco más allá. Fernández Porta menciona que “para el artista trash el pasado histórico no existe o es un referente nebuloso […] aborda los géneros y formas de la iconósfera contemporánea como si fueran clásicos”, y esto se suma a la proyección subjetiva del artista, es decir su visión del mundo. En este sentido, y ya que estamos con el teórico afterpop por excelencia, tenemos que más allá de que existan grupos de rock psicodélico, estamos ante dos britcollage de música y cultura psicodélica pero con una visión contemporánea.

A diferencia de MGMT, de clara orientación irónica hacia la ideología de los 60’s del siglo pasado (tanto así que dicen ser pop psicodélico, una postura bastante kitsch), Tame Impala y The Black Angels son dos grupos con una excelente propuesta musical, perfectamente contemporánea, que pasa por vintage. Ignoro si ellos lo saben y nos intentan engañar o de verdad creen en ello, pero a veces la crítica musical, que suele ser confundida con reseña musical, inclusive por los mismos “críticos”8, da por hecho esto sin desmenuzar el por qué.

El trash de los grupos que menciono es en sí un collage por la mezcla de elementos que intervienen: en primer lugar la estética, la estridencia de los colores, de los escenarios y los ambientes perfectamente emulados con un ingrediente muy especial: el juego de subjetividades que deviene en una lógica de afectos (la melancolía de un pasado que nunca vivimos es uno de ellos). Es pues la reelaboración de un discurso que se daba por concluido, un discurso de resistencia con toques vanguardistas que emigró hacía una isla en la India.9 La Arcadia se había perdido, quedó el mito que data su existencia y habría que llegar a él como fuera.

  1. Si atendemos las siempre cuestionables definiciones del Diccionario de la Real Academia Española, encontramos que existe una gran paradoja entre el término psicodelia (sustantivo) y psicodélico (adjetivo), en gran medida la definición para “psicodelia” está orientada prejuiciosamente al definirla de la siguiente manera: “Tendencia surgida en la década de 1960, caracterizada por la excitación extrema de los sentidos, estimulados por drogas alucinógenas, música estridente, luces de colores cambiantes, etc.” [WTF], y para “psicodélico” se dice lo siguiente: “Perteneciente o relativo a la manifestación de elementos psíquicos que están ocultos, o a la estimulación intensa de potencias psíquicas”, mucho mejor, ¿no?, menos alejado de la realidad sin lugar a dudas. 

  2. Sin entrar en muchos detalles, este cambio del epicentro de occidente de Europa a Estados Unidos está fundamentado en el control del mercado y el poder económico. Tras la Segunda Guerra mundial, con Europa en ruinas, se produce este cambio. 

  3. Daniel Bell habla de “vanguardia fosilizada” que encarna en un nuevo orden (el capitalista de EE.UU.) los ideales de resistencia fundamentados en las vanguardias europeas pero en su versión Americana. En mi particular visión creo que no es aplicable al caso de la psicodelia, ya que ésta es por naturaleza ecléctica, fundamentada en el constante cambio, y bajo la cual mantengo que todas las manifestaciones vanguardistas, que no vanguardias europeas y derivados, están fundamentadas. 

  4. La mentada “muerte de dios”, donde el hombre no puede creer más en órdenes divinos, coincidente este hecho con la sublimación de los métodos científicos, esto para Nietzche. Hegel, quien dijo antes esta frase, se habría referido al proceso de cosificación de las deidades en el panteón romano. 

  5. Sin embargo el uso de drogas psicodélicas son los derivados del ácido lisérgico (LSD), la mescalina (sustancia activa del peyote) y la psilocibina (sustancia activa de los hongos). 

  6. Reynols hace referencia al “rave” como un momento clave para la experiencia psicodélica, haciendo una cita textual del concepto del teórico anarquista Hakim Bey: “Zona Temporalmente Autónima” (TAZ con sus siglas en inglés). 

  7. Trash como fenómeno cultural, no como género proveniente del heavy o la acostumbrada mal interpretación de “porquería”. Eloy Fernández Porta lo explica a la perfección en su libro Homosampler: tiempo y consumo en la Era Afterpop

  8. Rescato la idea de Pablo Schanton acerca de que la crítica musical debe ser en el fondo un convencimiento ideológico y un campo de batalla dialógica dónde problematizar el acontecer de la música y sobre todo de las ideas acerca de ésta. 

  9. Me refiero a la playa de Goa, donde el DJ-hippie, Goa Gill, realiza fiestas masivas psicodélicas. Esta playa un refugio a donde llegaron los hippies en la década de los 70’s. 


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