mrleon@semanticas:~$

¿Reescribir la historia?: apuntes sobre apocalipsis y decadentismo

8 minutos de lectura

por Alberto R. León
categorías: ideas | opinión | mundo

Juventud de Baco - W. A. Bouguereau

Habrá quienes crean el viejo cuento de Francis Fukuyama, quien vaticinó —con una mirada muy aguda pero no ajena o distante a otras inferencias catastrofistas de su época (y por lo tanto afín a la paranoia que en los 80 se vivía)— el fin de la historia. El apunte que realiza en este célebre ensayo es claro y puntual: el neoliberalismo y sistema capitalista es el tope máximo por el que históricamente ha luchado el hombre a lo largo y ancho de su historicidad, pero cabe mencionar que al mismo tiempo es un “argumento coladera”, es decir que tiene muchas fugas que lo cuestionan y lo atraviesan sin necesariamente derribarlo, no frontalmente, por lo menos, puesto que no existe interés alguno en demostrar que Fukuyama estaba mal, o no existe el interés de argumentarlo en un largo aliento. ¿A quién le interesa hoy en día hacer una historia totalitaria, llegar a decir La Verdad sobre tal o cuál suceso o acontecimiento y plantear la neta más neta de un fenómeno específico?

Fukuyama fue, tal vez, uno de los últimos historiadores comprometidos que llegaron a pensar la historia en términos de totalidad. Él no tiene la culpa, simplemente después de esta sentencia viral, pegajosa, exquisita, que se ha colado en nuestra fraseología de café (“el fin de la historia”, “el fin del arte”, “el fin de los relatos” y demás fines apocalípticos), a nadie le importó seguir diciendo realidades (pensemos en que la filosofía también pasó por este proceso después de la IIWM). Era evidente que un mundo de globalización y de información repleta de spam y distracciones, traería consigo la caída de la visión positivista de la historia.

Cuando yo iba en la primaria, en los 90, podíamos definir sencillamente el término Historia(con mayúsculas): “es la disciplina que se encarga del estudio del pasado para entender nuestro presente y visualizar el futuro”. Sin duda esta definición lograba encasillar el método cientificista que devino en la decadencia que décadas atrás la ideología punk apuntó (“No hay futuro”) y que apenas poco más de una década después Fukuyama montó en el stablishment cultural y social. La bonita definición que aborda planos diacrónicos y sincrónicos para proyectar una visión de lo venidero se desmembraba. Al clausurar la posibilidad de un futuro (puesto que “no hay futuro” o “se acabó la historia”) se cuestionó profundamente la historicidad del hombre en sí. ¿Si nuestro presente no permite visualizar un futuro entonces no se ha entendido el pasado?

Dejemos de lado la última pregunta que puede o no contestar dentro de su ociosidad, pero enfoquémonos en un término que llama poderosamente mi atención: decadencia. Podemos entender decadencia en un aspecto mocho y simplista como lo que define el DRAE:

(de decadente).

  1. f. Declinación, menoscabo, principio de debilidad o de ruina.
  2. f. En historia o en arte período en el que esto sucede”

Charles Baudelaire en sus estudios sobre Edgar Allan Poe escribe: “…el sol que golpeaba todo con su luz blanca y derecha pronto inundará el occidente de colores variados. Y en los arabescos de este sol agonizante, algunos espíritus poéticos encontrarán delicias nuevas”. La luz es la civilización, la realidad, lo pleno, lo incuestionable que se desfragmentará o mutará o entrará en decadencia y dará paso a la catástrofe, llamémosle arte, historia, sociedad; pero impulsará, al mismo tiempo, nuevas formas de relación y de visión que serán el punto de inicio de algo nuevo. Baudelaire, en el fragmento anterior, escribe sobre la decadencia. Tomémosla entonces como un periodo de destrucción y de nacimiento. Si aventuramos un poco más este sentido baudeleriano sobre la decadencia, podemos rastrearlo hasta la antigua Grecia, pasando por el medievo, en la figura de Dionisos, dios del vino, la fiesta y también de la naturaleza y el sacrificio que implica muerte, pero también resurrección (Véase el libro de Walter Otto, Dionisios).

Decadencia: muerte-resurreción, derrumbe-construcción, fin-inicio. La parte que Fukuyama ve, y con la que se queda, es con la versión del derrumbe, de la catástrofe, la visión del triunfo neoliberalista en la historia del hombre, un estadio total del que no hay una salida y que es por lo tanto incuestionable. Fukuyama, sin querer, o por lo menos no da a entender que lo hizo, cuestiona de raíz el fracaso del método positivista de la historia desde su nido.

Pero no olvidemos que toda construcción de sentido o expresión es forzosamente lingüística, bajo el entendido de que hay un emisor que formula un mensaje y un receptor que lo decodifica. La creación de una Historia (con mayúsculas), aspiraba a la seguridad de hechos capaces de hacer entender nuestro presente y poder inferir sobre el futuro. La base de este algoritmo era el pasado y el mecanismo que  movía esta idea era el progreso, la sucesión de estados que se van mejorando cada vez más y que se supera periódicamente. Esta es la idea progresista, que alcanzó un tope evidente (el triunfo neoliberalista) en la tesis de Fukuyama.

El lunes 8 de abril del 2013, Wikileaks libera una base de datos llamada Cables Kissinger, que contienen cerca de 1 707 500 documentos privados que se emitieron entre 1973 y 1976 entre el secretario de estado del gobierno de EEUU, en el periodo señalado, y diversos actantes políticos y diplomáticos en el resto del mundo. Estos documentos son en extremo escandalosos, pues a raíz de ellos se ventiló información secreta de los distintos gobiernos que tuvieron relación con EEUU en este periodo, por ejemplo que el Rey Carlos de España era un soplón o que, en México, el expresidente López Portillo, además de soplón, era una persona poco preparada en los cargos ocupados, entre ellos el de hacienda, desempañados antes de su mandato. Así varios países han logrado entender diferentes aspectos de sus situaciones, a raíz de esta liberación masiva de datos.

Hay que entender o dejar claras dos cosas: en primer lugar no hay que tomar la liberación de esta cantidad ingente de documentos como un hecho coyuntural y noticia que caducará en unos cuantos días o semanas, sino como una herramienta de reconstrucción para fortalecer trabajos de investigación históricos y discursivos en general; herramientas que nos permitan entender las diferentes aristas que a raíz de estos escritos pudieran salir y el contraste evidente con la oficialidad. Segundo, un replanteamiento de la historia (con minúscula) en sí, que sea una herramienta de cuestionamiento que evidencia el discurso formado por aquellos que se han encargado de forjar en letras de bronce la Historia de su país, de su realidad o de su visión.

Este trabajo que Wikileaks libera es en sí mismo una forma de abordaje para reentender y resignificar el quehacer histórico. Si la fórmula era “la Historia es la disciplina que se encarga del estudio del pasado para entender nuestro presente y visualizar el futuro”, podemos jugar un poco con esta concepción y pasar a articularla como “bajo el presupuesto de que el futuro quedó atrás (otro lema punk) estudiar ese futuro sirve para proyectar nuestro presente y entender el pasado”. La historia como género discursivo, capaz de crear, a partir de la devastación proclamada por Fukuyama, un nuevo paraje de posibilidades que negocien ese estado totalitario, mas no por ello incuestionable, que corresponde a la contemporaneidad que habitamos.

Quizá haya que considerar a la decadencia como un principio apocalíptico de fin y comienzo, la luz baudeleriana que todo lo ilumina se desfragmenta y da paso a los matices, al caos, al derrumbe, pero al mismo tiempo al comienzo. Ser históricos no es estar bajo esa luz de una historia pétrea e inmutable, llena de hechos y verdades, sino es, desde un punto muy subjetivo, ser discurso y construirla junto a uno mismo, desde un punto no lineal sino relacional, que nos permita proclamar una deixis de sucesos que den un amplio abanico de posibilidades. Si el método esta jodido, hay que reinventarlo, ¿cómo lograr esto?, cada quién tendrá su manera, su forma y sobre todo su visión. Por último, no es prudente caer en posiciones ahistóricas o prohistóricas de una forma definitiva, insisto, es más interesante la relación que se puede estableces entre una y otra.


Compártelo en:

Etiquetas: | #Decadentismo | #Fukuyama | #Historia | #Neoliberalismo | #Wikileaks